¿SABES QUÉ ES LO QUE MÁS ME GUSTA DE MI PROFESIÓN?
Que gracias a ella puedo hacer realidad mis sueños.
Y, sobre todo, compartirlos con quien más quiero
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Siempre soñé con:
Viajar en autocaravana.
Navegar en barco velero.
Volar como los pájaros.
Explorar todas las costas en kayak y/o lancha.
Llegar hasta el fin del mundo en moto.
Recorrer cada sendero en bicicleta.
No parar de caminar y caminar.
¡Y poder trabajar calentito durante los inviernos!
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Por eso inventé esta profesión, la de PLAYÓLOGO.
Para no dejar de CUMPLIR SUEÑOS y VIVIR EXPERIENCIAS.
¡BENDITA VIDA, QUÉ SUERTE LA MÍA!
¡GRACIAS A TODOS POR PERMITIRME SEGUIR SUMANDO SUEÑOS!
¿Y TÚ…?
¿A QUÉ ESPERAS PARA COMENZAR A HACER REALIDAD LOS TUYOS?
SUEÑOS Y «HERRAMIENTAS» DE UN PLAYÓLOGO
VIAJAR EN AUTOCARAVANA.
Siempre quise viajar en autocaravana. De niño las veía pasar y me flipaba la idea de ir echado en la cama mientras veía el mundo pasar a través de la ventanilla. Era como un sueño que hice realidad incluso antes de tener carnet de conducir (ya te contaré la historia en autobiography 😉 ). Empecé con una volkswagen T3 Camping D (de esas como las de los hippies, con el techo elevable) que conducía mi amigo Luismi mientras yo me sacaba el carnet, y con ella acabé recorriendo toda España y media Europa haciendo fotos con una zodiac de 4 m amarrada en el techo y el fueraborda de 25 cv y 4 tiempos metido dentro. Luego vino la pava capuchina (Tiramillas la llamaba) y después nuestro hotel de 5 estrellas sobre ruedas.
¿Sabes lo que más me gusta de mi autocaravana? ¡Que puedo llevar conmigo cómodamente todos mis «juguetes»! La moto, las bicis, los kayaks y la lancha, para explorar el litoral a fondo con lo que me venga en gana. Lo admito: ¡soy un culo inquieto! Necesito estar observando y sintiendo el mundo en el que vivo constantemente. Para mi VIVIR con mayúsculas es coleccionar experiencias y mi autocaravana es otra máquina de cumplir sueños.
¿Ah, sabes otra casa que me encanta? Ver nevar desde dentro, calentito, mientras ojeo los mapas y las guías con mi perrita Diva echa una bola entre mis piernas. ¡Y mi princesa conmigo, claro! Recuerdo un día que, echando gasoil en una estación de servicio, el gasolinero, mirando la autocaravana de arriba abajo, va y me pregunta: – ahora en invierno, pasaréis frío, ¿no?. Y el agua… ¿aprovecháis la de la lluvia?. 🙂 ¡Flipa! Si supiera que está climatizada y que por tener tiene hasta lavavajillas…
Esto del autocaravanismo es un mundo muy desconocido para muchos, un mundo lleno de tópicos que la mayoría de las veces no coinciden con la realidad. Yo llevo 20 años duchándome sobre cuatro ruedas con agua calentita y el colchón viscoelástico es incluso más cómodo que el de mi casa. Y no viajo en autocaravana porque sea más barato, sino porque me resulta mucho más cómodo. Y porque para ser playólogo resulta una herramienta casi indispensable, sobre todo cuando el mar de invierno ya no permite dormir fondeado en casi ninguna bahía.
¡Nunca dejes de viajar y de vivir, my friend!
NAVEGAR EN UN BARCO VELERO.
¿Sabes qué es lo mejor de navegar en un barco velero? Poder compartir la experiencia con los que más quieres (con la familia, tu chica, tus amigos, tu perrito…). Las mejores vivencias (y también las peores) las he tenido sobre la cubierta de un barco. Y eso hay que compartirlo. ¡Que todos tus seres queridos puedan vivirlo!
Gracias a mi profesión he tenido la suerte de navegar desde hace más de 20 años por todo el litoral mediterráneo y cantábrico, además de Portugal, Canarias, Marruecos, Uruguay, etc. Tanto en verano como en invierno, de día y de noche, con mar en absoluta calma y con temporales horribles (hasta hacerme caquita encima 🙂 ). Croacia, Francia, Italia… todo han sido aventuras y experiencias, postales de la vida que voy coleccionando en mi álbum de recuerdos. La suerte está en poder gozar de esto durante el máximo tiempo posible. ¡Y si además es tu profesión ya ni te cuento!
Durante unos 6 meses al año nuestra oficina se traslada temporalmente al Dos Soñadores, nuestro Finnsailer 38, un ketch nórdico perfectamente adaptada para la vida a bordo (qué digo vida, ¡vidorra!) que además de buenas experiencias y seguridad nos proporciona un confort inigualable, tanto para disfrutar como para «trabajar». Desde aquí es donde os escribo la mayor parte de las veces. Es nuestro segundo hogar, nuestro medio de trasporte en el mar y… ¡nuestra máquina de cumplir sueños!
Puedes seguir la vida de perros que lleva nuestra perrita Diva en @retrieverdiva
VOLAR COMO LOS PÁJAROS.
Es verdad. Soy un tipo con suerte. He tenido la experiencia de recorrer todo el litoral peninsular e insular volando en todo tipo de cacharros, desde helicópteros a avionetas, autogiros, ultraligeros pendulares, paramotores y otros ULM (algunos bastante más seguros que otros), y sigo estando aquí para contarlo. Pero lo admito: ahora ya no es lo mismo.
Al principio «me ponía». Lo hacía por puro placer y ansias de aventura. Me flipaba el reto de tener la experiencia de aprender a volar en todo tipo de cacharros. Pero después de casi 2.000 h de vuelo y de algún que otro aterrizaje forzoso ahora despego solo para conseguir las mejores imágenes aéreas, y ya no tanto por placer. Debo estar haciéndome mayor…
¿Sabes por qué ya no “me pone”? Porque para hacer esas fotos áreas tan espectaculares necesitas volar muy bajo y muy despacio, a punto de entrar en pérdida, lo cual es lo más peligroso que se puede hacer subido en uno de estos cachivaches. Y aún me queda mucho por vivir… 😉
Te voy a contar lo que me pasó una vez que tenía que sobrevolar el Cap de Creus, en Girona, para hacer las fotos de mi guía de «Todas las Playas de Cataluña I. Costa Brava Norte», y así seguro que me entiendes: Había quedado con un piloto y cuando llegué a la pista de aterrizaje no estaba él, sino su padre. Un hombre muy entrado en canas y con muchísima experiencia de vuelo. Al terminar el vuelo le pregunté por su hijo y me dijo que había preferido venir él a volar conmigo a pesar de estar medio jubilado antes de que lo hiciera su hijo. La razón era muy sencilla: había visto morir a otro de sus hijos y prefería arriesgarse él antes de volver a sufrir la misma pesadilla. Era muy consciente de lo peligroso que era el tipo de vuelo que íbamos a hacer y antepuso su vida. Eso es amor de padre. A las pocas semanas un colega fotógrafo murió en la misma zona por un amerrizaje forzoso 🙁 . R.I.P.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/muere-fotografo-accidente-avioneta-roses-1772321
Para que luego digáis que son caras nuestras guías… Algunos lo podemos pagar hasta con nuestra propia vida.
EXPLORAR LA COSTA EN KAYAK Y/O LANCHA.
¡Qué pasada! Lo admito: ¡me pirra! Eso de salir muy temprano a navegar con mi lanchita sin saber lo que me voy a encontrar al otro lado me hace muy, muy feliz. Sentir la brisa en la cara, los aromas que van cambiando, ir bien cerquita de la costa para no perderme ni un detalle…
Llevo gozando de esta sensación desde hace casi 20 años y no me canso. Siempre que me subo digo lo mismo: ¡qué suerte la mía! ¡Se me ponen los pelos de punta de la emoción! Y siempre, siempre doy gracias al mundo por seguir sintiendo lo mismo. Porque dicen que cuando te acostumbras al imperio de la sensación llega el decaimiento… Y que no valoras la suerte que tienes. ¡Pues yo no me acostumbro! Sigo sintiendo lo mismo que el primer día. Por eso digo que en vez de un trabajo lo que tengo es una bendición. Palabra de disfrutón. 😉
Imagínate: navegué en varias ocasiones todas las costas mediterráneas (jamás olvidaré cuando pasé bajo el puente de Rialto, en Venecia, o la experiencia de recorrer las 1.185 islas de Croacia, etc.), todos los ríos navegables de España (Ebro, Guadiana, Guadalquivir, etc.), las costas del Cantábrico, Atlántico, etc. Esas experiencias no se pagan ni con todo el oro del mundo. Y la suerte es que cada día, en mi «trabajo», vuelvo a sentir y a disfrutar de lo mismo. Añadiendo más y más postales a mi album de recuerdos.
Y ahora viene lo malo: que la dichosa lancha hace ruido y contamina. Pero para eso tengo una buena solución: ¡el kayak de mar! La mejor forma de encontrarse a uno mismo y de vivir la mar muy de cerca. Prueba a remar al final de la tarde junto a los acantilados de la Serra de Tramontana, por ejemplo, o al amanecer junto a los de Begur. Ya verás qué sensación tan agradable. Cuanto más recortada y escabrosa sea la costa mejor. Explorar el litoral de esta manera, además de saludable, es muy divertido, y una caja de experiencias. Es barato y puede hacerlo cualquiera. No hay que ser un «pro» ni estar tan cachas como Ronaldo. A mi, además, me ayuda mucho en mi profesión. Los usamos muy a menudo por placer, porque no todo va a ser trabajo en la vida… 😉
LLEGAR HASTA EL FIN DEL MUNDO EN MOTO.
La moto es nuestro «utilitario» más práctico para desplazarnos ágilmente por sitios de difícil acceso. Lo que más me emociona es que con ella puedo llegar hasta lugares que de otra manera sería imposible (o casi). Nos ayuda muchísimo a la hora de recorrer todas las carreteras (por eso en mis guías están tan bien detallados los accesos, porque no nos dejamos ni un camino sin trillar), así que la transportamos hayá donde vayamos tanto en el garaje de nuestra autocaravana como en el barco. Un día de estos te enseño el invento con el que bajo y subo la moto del barco a la lancha… ¡cualquier día me cae al fondo del mar! Siempre que lo instalo monto tal espectáculo que siempre hay alguien mirándome sorprendido… ¡y hasta me hacen fotos! Soy algo así como el bufón del fondeadero 🙂 .
Nosotros usamos una pequeña Yamaha XT 125, un «todocaminos» que aunque no corre mucho es perfecta por su ligereza y tamaño para trasportarla dentro de la autocaravana de un país a otro. Con ella hemos recorrido casi toda Croacia, Italia, Francia, Alemania, Austria, Portugal, España… ¡y hasta el desierto del Sahara!
Te voy a contar una historia: No hace mucho nos propusimos recorrer al menos una etapa del mítico Rally París – Dakar los dos subidos en la moto. Fueron decenas y decenas de kilómetros sin ver más que arena y arena. Quería tener la experiencia de sentirme perdido en mitad del desierto… ¡y lo conseguí! Nos caímos varias veces por las dunas (me temblaban los brazos y las piernas del esfuerzo), pasamos sed y a punto estuvimos de tener que pasar la noche durmiendo en la arena (yo creo que eso -lo de tener la experiencia de dormir en el desierto por mera necesidad- era algo que en el fondo de mi ser quería que sucediera 😉 ). Al caer la noche comenzamos a ver las primeras luces de un pueblo bereber y, aliviados, buscamos donde tomar un té y reponer fuerzas. Allí fue donde nos encontramos con dos pilotos del Rally Merzouga haciendo lo propio. Ellos iban perfectamente ataviados, con costosísimas motos de gran cilindrada preparadas para el desierto. Cuando les dijimos la etapa que habíamos completado se echaron las manos a la cabeza. ¡Estáis locos! Y yo les dije: ¿pero por qué? Si los bereberes pueden ir por el desierto con sus viejísimas Movylette Rural de 50 cc, ¿por qué no vamos a poder hacerlo nosotros? Habíamos tardado seis horas más que los pilotos «pro», claro, pero lo de menos era eso. Lo importante era que habíamos tenido la experiencia. Aquellos pilotos llevaban años equipando las suyas, soñando con venir al desierto y ahorrando para poder participar en el rally, y nosotros lo hicimos con dos duros en nuestra vieja Yamaha. Al final de la conversación llegaron a la conclusión de que lo más importante es tener la determinación de hacerlo, y que muchas veces nos creamos falsas necesidades que como palos en las ruedas nos impiden avanzar y cumplir los sueños. A veces es mucho más sencillo de lo que creemos… Eso, lo de hacer realidad tus sueños. Huye de esa zona de confort que te limita y esclaviza. Sal de tu jaula de oro y vive. Yo me aplico esta filosofía constantemente. ¡Y me funciona!
Otro ejemplo: En mi época de estudiante conocí una chica que me invitó a recorrer Uruguay juntos. Yo le dije: ¡me encantaría ir, pero no tengo dinero! Y ella me contestó: la falta de dinero no es razón para dejar de soñar. Usa la cabeza para encontrar soluciones y que no te paren los problemas. Hoy puede que no puedas conseguirlo, pero si persistes quizás lo logres mañana. Tenía toda la razón: Si al primer problema dejas de soñar nunca conseguirás hacer realidad tus proyectos. Yo me doy cabezazos cada día y a veces ni así lo consigo, pero nunca dejo de soñar. ¡NI DE VIVIR!
RECORRER CADA SENDERO EN BICI.
Antes de poder permitirme el mantener coche, autocaravana, etc. viajaba en bicicleta. Era de esos que iban con la casa a cuestas en la bici, con alforjas en las ruedas de adelante y atrás. Iba a la universidad, de biblioteca en biblioteca, de compras y hasta de marcha en bici. La amarraba a una farola (sin que me vieran), sacaba los pantalones de entre los calcetines, me atusaba el pelo ¡y ala, de ligoteo! Recorrí casi toda España sin quemar un litro de gasolina y viajé feliz. Aún sigo pensando que la bici es la mejor forma de empezar a viajar.
Hoy en día, en mi profesión, la bici de montaña sigue siendo indispensable para explorar todos los caminos y senderos de forma mucho más rápida que andando. Las llevamos con nosotros en el coche, en la autocaravana y hasta en el barco. Por donde no puedas pasar con la moto seguro que podrás hacerlo con la bici, y sino la dejas apoyada en un pino y a seguir avanzando a patita.
¿Sabías que hice mi primer guía de playas en bicicleta? Tenía 21 años y muy poco presupuesto cuando me decidí a recorrer toda Ibiza y Formentera con la casa a cuestas en mi vieja Trek. Llevaba encima la comida, la ropa, la canadiense, 5 litros de agua y todo el equipo fotográfico (en aquellos tiempos usaba carretes de diapositiva que llevaba dentro de una bolsa nevera como oro en paño para protegerlos del calor). En total casi 50 kg. ¡Quinientos se me hacían cuando tenía que arrastrar la bici por las dunas de la playa de Es Cavallet! Pero estaba hecho un mulo y subía por las paredes. Si lo tengo que hacer ahora igual me lo pienso…
AVISO A LOS NAVEGANTES: Si tenéis pensado hacer en bici el Camí de Cavalls de Menorca procurad ir ligeros de equipaje. Bici + alforjas + poco fondo físico = tortura. 😉
NO PARAR DE CAMINAR.
Siempre que hacemos presentaciones de nuestras guías hay algún periodista que nos pregunta si de verdad hemos estado en cada una de las playas. Y a mi siempre se me pone la misma cara: ¡en serio me lo dices! Resulta incuestionable (o al menos yo así lo entiendo) que siendo yo el fotógrafo y el autor de lo que escribo haya tenido que estar, evidentemente, en cada una de las calas. Y no solo estar, sino DISFRUTAR (chapuzón, buceadita, etc.). Las fotos no las puedo hacer desde casa (ni quisiera) y tampoco se hablar o recomendar un sitio en el que no haya estado. ¡Y no una sola vez, sino decenas! Cuando me hacen estas preguntas es cuando me huelo que no todos los que ejercen la profesión trabajan como yo […] Ya te hablaré de por qué dejé de trabajar como periodista en Autobiography. Porque, chavales, lo más bonito de mi trabajo es precisamente eso: salir a explorar, a descubrir y disfrutar; y para eso lo mejor es usar las piernas. ¡Caminar y caminar! Inventé mi propia profesión para disfrutar de la vida, no para producir objetos. Para eso ya están las máquinas.
Pero no es oro todo lo que reluce. Recuerdo una vez en Menorca, pateando la Mola de Fornells, que el sol me castigó tanto que pensé que nunca volvería. Fui con solo dos litros de agua que tuve que racionar, y lo mismo me dio que estuvieran a la temperatura perfecta para infusionar: cada gota era oro líquido. Esperé hasta la tregua del ocaso y llegué casi de anochecida a Fornells. Recuerdo haber entrado en el baño de un bar… y sentir una emoción indescriptible al ver salir el agua fresca del grifo. Me supieron tan bien esos primeros tragos como la «cola loca» que me sirvieron bien fría después. ¿Qué te creías, que en la vida de playólogo no se sudaba la camiseta? Y que pueda seguir haciéndolo durante mucho años más… 😉
Ser agradecido con la vida: el primer paso a dar. No apreciamos lo que tenemos hasta que nos falta… entonces sí que vemos milagros donde antes no veíamos nada. Hay que saber mirar para ver donde reside la verdadera fortuna. Tengo un buen amigo que ya no puede caminar… Se que algún día volverá a recobrar la movilidad, pero hasta entonces, y aún teniéndolo «todo», con lo que sueña es precisamente con eso: con caminar. Por eso siempre digo que bendita suerte la nuestra. Agradece todo lo que la vida te está regalando porque nunca sabes cuando te puede cambiar. Se consciente de tu fortuna.
Y CONSTRUIR NUESTRO PROPIO HOGAR
Siempre nos pasa… que avanzado el otoño –justo cuando empieza a oler a la leña quemada de las chimeneas– nos entra la morriña. Entonces empiezas a pensar en llegar a buen puerto y descansar después de un larguísimo verano entre salitre y algas. La mar ya no se muestra tan complaciente y empiezan los primeros temporales. Lo admito: ya no es lo mismo. Y en esta vida estamos para disfrutar. ¿O no?. Así que toca volver a casa, ver a la familia, a los amigos… y saborear el hogar. Nuestro dulce hogar.
Son tantísimos los recuerdos, fotografías, videos e información anotada… que hay que sentarse ya mismo y poner orden en la mente. Pensar, recapacitar y comenzar a redactar, maquetar y diseñar nuestra próxima obra. Entonces es cuando el cuerpo me pide encender la chimenea y ver las hojas caer desde mi estudio. Las ranas del estanque ya están durmiendo y no despertarán hasta la primavera. El jardín, el campo y las montañas que nos rodean también quieren descansar. Todo pasa lento y en silencio cuando comienzan las primeras nevadas… Y cuando te das cuenta ¡ya es navidad!
Levantamos nuestro hogar con nuestras propias manos diseñándolo a imagen y semejanza de las casitas de madera de Hallstatt, que desde que las descubrimos en uno de nuestros viajes se convirtió en nuestro nidito soñado. Aquí está nuestro acogedor estudio de invierno hasta que comienza la primavera y nos trasladamos a nuestro barquito velero, el Dos Soñadores. Entonces cambiamos las vistas del verde infinito de las montañas por el turquesa de las aguas mediterráneas.
Siempre he creido en que para trabajar hay que recrear un buen ambiente. Un ambiente inspirador. Y tanto más si tu tarea es creativa. Por eso cuidamos tanto la decoración, la iluminación y hasta los aromas. Porque todo influye. En mi estudio suena el piano muy flojito entre el crepitar de la leña, el piar de los pájaros y el croar de las ranas. A veces los gallos de los vecinos dan la nota, pero mejor ellos que los claxon de los coches. ¿O no?.
Esta forma de trabajar y de vivir se ve proyecta en todo lo que hacemos, como en nuestras guías de autor, que son un fiel reflejo de nuestra filosofía de vida. Son parte de nosotros. Por eso quien las tiene se lleva un pedacito de nuestra vida de playólogos. La vida que queremos compartir con todos vosotros.